EL PULSO DE
RIVERA
Rivera ha
jugado sus cartas en la partida política. Ha puesto seis puntos al PP: cinco de
ellas perfectamente asumibles tanto por ellos como por el PSOE y una condición
previa.
La condición
previa, “logística y fundamental” –en palabras de Rivera- llama la atención, pues establece como primer
paso que se fije la fecha y la hora para la votación de la Investidura. Rivera
es joven e inexperto y eso le ha hecho actuar con una evidente bisoñez en
algunos momentos; lo cual no es óbice para que, en otros, no haya actuado con la
precisión calculada de un jugador de ajedrez, como cuando fue capaz de desmontar
de la primera línea de la vida pública a una veterana como Rosa Díez. Por eso
podemos sospechar que esta medida antepuesta a las demás, pueda ser una picardía
para evitar que su partido, cada vez con menos votos, termine casi antes de
empezar.
Cinco de los
seis puntos, que constituyen las exigencias, son aceptables no sólo por el PP y
PSOE, sino por casi toda la sociedad, con alguna puntualización (como pueda ser
la imposición del Estado federal, por parte del PSOE), pero son un órdago que lanza a los dos partidos para
intentar dejarles en evidencia, en caso de no avenirse a sus propuestas. Todo
ello para intentar no perder esa equidistancia en la que pretende mostrarse al
electorado, pactando con el PSOE, en un acuerdo imposible a todas luces,
después de las primeras elecciones y buscando hacerlo igualmente con el PP
después de las segundas; todo ello después de haber llevado a su partido, que
había nacido con una vocación transversal, hacia posturas más de derecha, que
son en las que intuimos Rivera se siente más cómodo, pues de lo contrario ni se
hubiese afiliado a las juventudes del PP, ni se hubiese aliado con un partido
de extrema derecha, como es Libertas, cuando los comicios europeos.
El punto
que, sin duda, más llama la atención, es el que impone una
comisión de investigación parlamentaria sobre el caso Bárcenas y la presunta financiación irregular
del PP: ¿Por qué no una comisión de investigación para los otros
partidos?, ¿por qué no una comisión de investigación para el PSOE o CiU, o para
la financiación extranjera de lo que dio origen a Podemos, o hasta para su
mismo partido? Porque, ¿quién nos dice que Ciudadanos sea totalmente limpio y
transparente, si no se les investiga?
Sintiéndolo mucho, hay demasiadas cosas que invitan a
pensar que está pensando en sus sillones –o en su pellejo- más que en el bien
común de todos los españoles, aunque cinco de los puntos se puedan compartir,
pero es que uno empieza a estar harto de tanta argucia.