LA NUEVA POLÍTICA… ¿NUEVA?
Lo que se nos “vendió” como nuevas políticas, parece que han tenido poco recorrido, pues, casi
desde el principio, sus artífices han parecido querer demostrarnos que de
nuevas no tenían, que en realidad son tan antiguas y llenas de corrupción como
las que ya estaban instaladas.
De momento, como es natural, no han podido llegar al nivel
de corrupción de los partidos que han llevado tocando poder durante mucho
tiempo. Pero el nepotismo se instaló entre todos aquellos que renegaban de lo
que ellos llamaban “casta”, casi desde el minuto cero hasta ahora: desde el
sobrino de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, hasta el más reciente de la
hija de Joan Ribó, alcalde a la sazón de Valencia, pasando por el marido de la
alcaldesa de Barcelona o tantos otros o el de las novias de Pablo Iglesias,
siempre –no dudo de sus capacidades- con puestos bien retribuidos. No son los
únicos, todos tenemos en la mente muchos más casos.
Pero no son estos los únicos casos de corrupción, porque la
corrupción cuando son pura perversión, es más lamentable todavía. Me refiero
ahora a eso que ellos deben de considerar que es una nueva forma de hacer política
y que no es otra cosa más que sustituir la palabra por los gestos. Desde que
entraron en el Parlamento han intentado a toda costa que se hable de ellos,
facilitar titulares a la prensa; y así nos han ofrecido espectáculos tan
bochornosos como el del niño de Carolina Bescansa, el beso de los podemitas,
etc. Todos estos van de intelectuales, se nos dice que están muy bien
preparados y hasta muchos de ellos son politólogos, pero al parecer son
totalmente irrespetuosos con aquello que nos define más como humanos: el uso de
la palabra. Esa perversión, de todas las que pueden acarrear es la peor.
Parece que su líder, el tal Pablo, arrastra alguna tara de infancia,
que le obliga a ser el centro de atención en todo momento; lo cual, en los
momentos iniciales, de lanzar su partido, puede haber sido conveniente, pero que
pasado el tiempo pone a él y a su partido en bretes innecesarios, ya que tras
los muchos años en que hemos sido expoliados los ciudadanos, desde partidos
como PP, PSOE, CiU, etc., era necesaria la irrupción de un partido nuevo; lástima
que haya aflorado tan pronto sus casos de corrupción y que nos hayamos enterado
de sus vínculos con países extranjeros, de los que han estado cobrando, desde
antes de su fundación.
Y ahora, ese eterno adolescente, que lleva las riendas de
esa amalgama de grupúsculos políticos, en sus ansias de llamar la atención, ha
metido la jamba hasta el tope, nada menos que ofendiendo a aquellos a los que
debe el estar en el puesto que hoy ocupa. Ya se sabe, Pablete, es de bien
nacidos ser agradecidos.
Lo suyo parece que es engañar: en YouTube podemos ver vídeos
agresivos hasta la saciedad, mientras que desde que está donde los medios le
han colocado, ha adquirido una actitud –puro teatro- meliflua y beatífica,
hasta el punto que parece una Dolorosa propia de Doménikos Theotokópoulos, pero
al primer viento en contra, le sale irremediablemente el lobo que lleva en sus
entrañas.
En fin, que si los de antes del 78 no habían dado buen
juego, los de después –o casi- están dándolo de pena: Por una parte tenemos a
Pablo con su “pavo”; por otra a Pedro Sánchez –éste es de un poco antes de esa
añada-, que como no sea Presidente, traicionando a quien haya que traicionar, le
da un telele; Albert Rivera que ha enganchado el viento de hacerse el “buenino”
y, de momento parece que le va funcionando, pero ya veremos cómo sigue, porque
si es verdad que en Cataluña quiere hacerse con el puesto que ocupó CiU, apaga
y vámonos. Para terminar nos queda el otro, Alberto Garzón, que me parece tan
insignificante –sin ánimo de ofender-, que mejor me abstengo de hacer
comentarios sobre él.