lunes, 22 de febrero de 2016


LA IDENTIDAD NO PERSONAL, ¡MENUDO ROLLO Y MENUDO ROYO!


La primera acepción que encontramos al buscar “identidad” en el diccionario de la RAE, es: “Cualidad de idéntico”. Por lo cual, ¿puede alguien ser idéntico a otro, por el hecho de convivir en un determinado marco geográfico, o cualquier otra condición?: La respuesta es NO. Apurando las cosas, podríamos decir que, ni siquiera somos iguales a nosotros mismos en cada momento de nuestra vida.

Sin embargo ese extraño concepto de identidad, que no se sostiene en la realidad más objetiva, en la política se ha convertido en una auténtica moneda de curso legal; como si todo quisque, por el mero hecho de vivir en un determinado ámbito territorial, establecido por convenciones sociales –que no naturales- tuviese que ser igual a los demás que conviven en dicho territorio. Si digo la verdad –y perdón por la referencia personal-, difícilmente se puede encontrar a una persona más diferente a mí, que mi vecino más próximo.

Rizando el rizo, esa “identidad”, según quienes abogan por ella, es una “identidad cultural”. Pero tampoco es cierto que todas las personas, dentro de determinadas lindes, compartamos los mismos posos culturales: no lo era cuando las sociedades estaban cerradas en sí mismas y menos lo son ahora en que la cultura surgida por el arte en cualquier parte del mundo, es accesible al resto de la Humanidad.


Por tanto, ¿qué es más que un camelo “inventado por la burguesía para dividir al proletariado” como diría Marx de los nacionalismos, tan empeñados éstos en endiñarnos eso de la identidad colectiva como un método de adocenamiento, para lograr sus intereses de explotación de las clases menos poderosas? Y, sobre todo, ¿qué hacen partidos políticos que se autodefinen como progresistas, secundando tamaño despropósito? 

viernes, 12 de febrero de 2016

LA VIENA DE MAHLER


Huyendo de la locura de la situación política que atravesamos, me refugio en la lectura.
Busco algo distante y ajeno en tiempo y espacio. Algo que no requiera en exceso mi atención ni entretenga demasiado mi tiempo; algo banal, liviano, lejano, pues en la situación presente la concentración se escurre y resulta difícil hallarla, más aun, sujetarla. Y así, buscando o casi sin buscar, me tropiezo con una ciudad y un nombre, la Viena de Mahler.



Allí me han conducido los índices de revistas de historia que ojeaba buscando una lectura trivial, y éstos a un artículo lejano, del mismo título, de Isabel Margarit, que todavía no he conseguido hallar. Y, mientras sigo con la búsqueda del artículo, vienen a mi mente algunas otras lecturas almacenadas en esa desordenada biblioteca ambulante y variable que, cada vez más confusamente, aun anida en mi memoria.

Y así, por la senda de la Viena de Mahler el pensamiento se me va a lo más fascinante de aquel tiempo. Y ¿hay algo más fascinante que Alma?.

Rescato mis mapas, fotografías y apuntes del Ring; de los grandes edificios; de las calles de Leopoldstadt , el antiguo barrio judío; de la Casa de Loos; de “El Beso” de Klimt; de las viviendas (las Hofe) de la época de de “la Viena Roja”; del elegante Café Landtman; de la casa dónde murió Beethoven y años después se pegara un tiro el joven filósofo Otto Weininger, aquel que odiaba cuanto era, y que acabó con el objeto de su odio una desapacible tarde del mes de octubre de 1903.
Rescato también Simmering, y una tarde en el Prater; rescato la visión de un despacho cargado de libros y humo dónde un diván mudo recibe las confesiones de la neurosis y el histerismo, ¡del subconsciente!. Rescato un piano claro en casa de la joven Alma, y un ventanal abierto por dónde se cuela una luz cálida y clara que se derrama por sillón y cae por el suelo. La partitura ha caído y el beso, otro beso, ha sonado.

Allí fue; el judío de Bohemia y la blanca hada vienesa; el genio de la música y la reina de la belleza y la sensibilidad artística. Ella veintidós, cuarenta y dos él. Nunca sabremos quien amó más o quien dejo antes de hacerlo después de aquel día de marzo de 1902 en que unieron sus vidas para casi una década. ¿Para casi una década?, no; para siempre. Pero ¿cuánto tiempo es siempre…?

Todo eso sucedió apenas 13 años después de la muerte del heredero del Imperio aquella noche de finales de Enero, en Mayerling. Y cuatro más tarde de que la Viena de Mahler se hubiera quedado sin “su” emperatriz; y los pueblos del Imperio plurinacional, también. Allí, en Ginebra, cuando un afilado estilete que manejaba un anarquista desgraciado, Luigi Lucheni, encalló otra vez la Historia del Imperio.

Para Mahler y Alma “siempre” es un tiempo muy largo. 

La muerte de su hija María sumió a ambos en la desesperación. El se emborrachó de música. Ella de amigos; Walter Gropius fue el primero de ellos. Mahler quizá no pudo soportarlo. Al final no quedó nada y Viena se quedó sin Mahler ; Alma, también. 

Ella es una joven mujer tocada con el velo de la viudedad que mira anhelante a su alrededor. Con delicadeza, se retira el velo y acude a un encuentro, y a otro, y a otro…. En la sala de espera se anuncia a “su” Viena; ya no es la de Mahler, sino la de Alma.


Casi al mismo tiempo, Gabrilo Princip, en una calurosa mañana del mes de Julio, se ha citado con la Historia.

Un año después del inicio de la Guerra, Alma se casa con Gropius, en el camino quedaron otras amistades y otras más vendrán pronto. 

Mientras la guerra avanza y el imperio se derrumba, Karl Krauss agita su antorcha satirizando a la intelectualidad del momento.

Se acabó todo; Viena ya no es la Viena de Mahler. Viena es ya una capital sin imperio donde húsares y ulanos buscan nuevo oficio. Allí seguirá reinando Alma, viuda y divorciada, más blanca que nunca. Ella, que fue la Novia del Viento, es ya la novia de todos, allí, en “su” Viena. 

Con ella me voy.
María José Peña

sábado, 6 de febrero de 2016

C’s NO ENCUENTRA SU SITIO

Debe de ser cosa de la luna o del cambio climático, pero da la sensación de que nos hemos vuelto todos locos. Los caballeretes de después del 78, ahora nos salen con que, "el pueblo y la historia juzgarán al Partido Popular si por priorizar su interés no impiden un Gobierno en el que esté Podemos" (Girauta dixit). Me parece que sin tener que esperar tanto, el pueblo puede empezar pronto a juzgarles a ellos, si siguen por ese camino; ya sabemos que C’s es un partido que todavía no está consolidado, que ni siquiera, por lo que deducimos por su forma de actuar, tiene un espacio decidido; que tienen que hacer equilibrios en la cuerda floja para librarse de esa etiqueta que malévolamente alguien le ha puesto de “marca blanca del PP. Pero, de eso, a hacer de correveidile del PSOE falto de cordura de Sánchez, media un abismo.

 Les ha tocado la china al caerles en el reparto de papeles el de partido “bisagra” -que no es moco de pavo-, papel que ha ejercido hasta hace poco la dinastía Pujol y que, de no ser por su afición a viajar a Andorra, las cosas no les fueron demasiado mal. Ejercieron ese rol, indistintamente de la ideología de quien estaba en el Gobierno de España, sin tener que cambiar su propia doctrina. (Aprendan). Solo cuando el inefable Mas cambió los credos de su partido, empezaron el camino a ninguna parte.

 La solución, caballeretes de después del 78 y la compaña, la dio lúcidamente Felipe González: Una gran carambola a tres bandas, para formar un gobierno estable durante un par de años, una legislatura o un par de legislatura. Justo hasta el tiempo en que los lobos con piel de cordero sean vistos así por los desesperados que ahora les votan. Porque esos sí son peligrosos; esos que vienen cargados de odio y violencia, y que pretenden inoculársela a nuestros niños (recuerdo de paso las marionetas de Madrid), desde una inmadurez o locura preocupante.

 Es lamentable tener que hablar a favor de las formaciones del bipartidismo, esas que han esquilmado nuestros bolsillos y nuestra vida, pero es que lo que nos viene con esa chusma en el poder, puede ser mucho peor. Y ahí puede encontrar un buen espacio C’s: como árbitros de la corrupción y como partido para luchar por aquello lo que nacieron: la lucha contra los nacionalismos excluyentes y, por ende, contra los separatismos fomentados por las burguesías locales. 

viernes, 5 de febrero de 2016

TANTA BONDAD FINGIDA EN LOS GESTOS, ME DA ASCO


¿Dónde ha ido a parar aquella mirada agresiva de mil espejos, con que el tal Iglesias nos fundía? ¿A qué se debe esta otra mirada de santo suplicante con las manitas mirando al cielo, a la espera de que un rompimiento de luz le ilumine?

¿Y el tono de su voz? ¿Dónde ha quedado aquel tono agresivo para mandar a sus cuates a ejercer la violencia? ¿A qué viene ese otro tono de voz melifluo y acariciador con que pretende seducirnos?

No, Pablo, rico Pablo, el más rico de todos los líderes, lo de la piel de cordero ya nos lo sabemos casi de nacimiento, desde la primera época de cuentos; así, que mejor que te la ahorres  ahora, en la peor época de cuentos.


De verdad, tanta bondad fingida en los gestos, me da asco.

jueves, 4 de febrero de 2016

URGE UN PARTIDO DE IZQUIERDAS


El momento actual deja una carencia bien a las claras: España necesita urgentemente un partido de izquierdas. Pero no de esos que se llaman de izquierdas porque se pasan la vida quejándose de la derecha, sin más intención que esperar su turno. Ni esos otros que quieren aplicar a nuestra vida pública las antiguas recetas de la abuela; esas que ya no hay quien se las trague, porque los hábitos alimentarios han cambiado gracias a los últimos adelantos de la dietética. Y menos, de los otros, los que no son ni chicha ni limoná, como no sea para ofrecer una pequeña cifra que sumar.

Hace falta una izquierda a la altura de una sociedad moderna y civilizada, que parta de presupuestos racionales, que se adapte a nuestra sociedad actual; una izquierda, en suma, que ponga rumbo a la racionalidad, olvidándose de populismos, tan contrarios a su ideario, pues fomentar el voto de los idiotas, no contribuye al enriquecimiento personal de los ciudadanos, algo que debería de preocupar a una ideología progresista; puesto que no puede haber progreso social, sin el progreso de los miembros de esa sociedad.

Una izquierda que se centre en la defensa de todos los derechos de ciudadanía. No solo en unos cuantos; no es de recibo, desde la izquierda, atender únicamente a los derechos laborales, olvidando, por ejemplo, aquellos que se conculcan en los diferentes territorios a sus ciudadanos, y menos, si aquellos a los que se les niegan los derechos son los niños.

Toda democracia se basa en un equilibrio de fuerzas, por tanto, no es admisible que a las fuerzas de la derecha se oponga un mero folclore, la “España de charanga y pandereta, que dijera el poeta.

Es preciso una izquierda menos atenta a las encuestas y más preocupada por sus ciudadanos.


Resumiendo: Se trata de menos puño y más cerebro.