RÍO REVUELTO
Pablo Iglesias, como de costumbre, quiso llamar la atención
cuando se hizo el pacto antiyihadista, quedándose fuera, a la vez que acudía a
las reuniones, creando así para su partido una especie figura nueva de
observador, por la que podía, de cara a los más estultos de sus seguidores
quedar al margen de dicho pacto, a la vez que le permitía asistir a las
reuniones de los partidos que sí habían firmado el acuerdo. Una especie de “perro
del hortelano” o si se prefiere, jugando con varias barajas. En definitiva, una
vez más, conseguía ser el centro de atención, como cuando el bebé de la
Bescansa, el beso en los morros con el catalán, a bombo y platillo, o hasta
como su propio aspecto: todo forma parte de una operación de mercadotecnia,
algo que, por cierto, no se le da nada mal; mucho mejor que la acción de
gobierno, a juzgar por los efectos de allí donde su partido y confluencias
tienen responsabilidades de gobierno municipal o autonómico.
Pero claro, lo de hoy es harina de otro costal: hoy hay
sangre de inocentes, y quien está apunto, por la debilidad de Pedro Sánchez, de
“rascar” gobierno, no puede quedarse en las medias tintas, no sea que muchos le
vean el plumero y terminen dándole la espalda, más aún de lo que, al menos en
las encuestas recientes, se la están dando. Hoy por tanto, se ha ataviado con
la piel de albo cordero, para ofrecer esa cara amable, que tan bien combina con
la de lobo feroz, según los casos y las ocasiones. Hoy, hasta se siente en la
responsabilidad de estar codo con codo con el Gobierno en funciones, por más
rajoyano que éste sea. Hoy hablará titubeando, tartamudeando; tal como suele hacer
cuando nos dice entre líneas: “Mirad que bueno soy, no tengo nada que ver con
ese monstruo que podéis ver en You Tube, porque no he podido borrar todos los
videos”.
Mientras tanto, Pedro
Sánchez, que al parecer bebe los vientos por “Coleta Morada”, se verá obligado
a hacer una jugada de espera, o a enrocarse, esperando el momento oportuno para
darle el jaque mate a Albert Rivera; en lo que parece ser la crónica de un mate
anunciado.
Hoy Pedro Sánchez lo tiene más difícil. Aunque solo es
cuestión de esperar un poco –poco, que el tiempo corre- y echarle geta, que la
vida le va en ello… y no solo de manera metafórica, que también puede llegar a
tener repercusión en su vida laboral y, por ende en la personal.
¿Y los ciudadanos (no los C’s, sino los de a pie)? Pues esos
a seguir de espectadores pasivos; al fin, somos poco más que un voto para los
políticos, y ése –el voto- ya lo hemos emitido e intentarán por todos los
medios que lo volvamos a expresar, que antes prefieren hacer sus propias
interpretaciones del significado de nuestros votos, siempre según el color del
cristal con que lo mira cada partido.