martes, 26 de enero de 2016

LA DIFÍCIL SITUACIÓN DE SÁNCHEZ


Difícil se le presenta a Pedro Sánchez. Poco habilidoso para recaudar votos, ahora parece haber pasado a botar el balón, tal como aprendió en su juventud, con tal de no ser botado y, en consecuencia, barrido, in sæcula sæculorum.

La cosa está complicada, pues, después de tanto tiempo presentando al PP ante su electorado, más como un enemigo que como un contrincante, decir a su parroquia de pelillos a la mar, puede que no lo entendiesen.

Qué bueno hubiese sido si, en lugar de dedicar tanto tiempo a decir lo muy malos que eran los otros, nos hubiesen convencido con las bondades propias. Pero, lo fácil tiene su tirón.

Por la otra parte: El abismo… o ¡el averno!, que es peor. Porque echarse en brazos de quienes han irrumpido en la política española endeudándose con países de dudosa democracia, dejándose regar con el vil metal, no parece mucha mejor opción; menos cuando ya le han pasado cuenta por anticipado, exigiendo áreas que nada tienen que ver con beneficiar a los más necesitados –que era su mantra electoral-, pero que sí con el control de las fuerzas de seguridad y con la inteligencia (CNI) del estado. Algo que a nadie se le oculta el peligro que acarrearía para todos nosotros, pues, como dice el dicho, “quien paga manda”.

Así las cosas, el “gran pacto” lo tiene mal, como no sea que entre Ciudadanos como lubrificante. Aunque posiblemente podría ser la opción más aconsejable para que el PSOE -un partido, hoy por hoy aún necesario- no desapareciese en pocos años.  

La otra opción supondría echarse directamente en las fauces de quien pretende tragarse –y así lo demuestra en cada una de sus actuaciones- hasta la última letra de sus siglas: la E de español.

Uno, que es de sentimientos pragmáticos, mucho más que de sentimentalismos patrios, se pregunta: ¿Tan difícil es que ambos partidos expliquen a sus respectivos seguidores las ventajas de una unión en pos de que España no se quiebre, para que tampoco se quiebre España, aunque fuese colocando de árbitro y colchón a C’s?  Todo eso, previos acuerdos perfectamente asumibles por todos los partidos constitucionalistas, dejando los asuntos que los separan, para posteriores ocasiones, cuando todo lo conseguido por todos no esté en peligro.

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