viernes, 5 de febrero de 2016

TANTA BONDAD FINGIDA EN LOS GESTOS, ME DA ASCO


¿Dónde ha ido a parar aquella mirada agresiva de mil espejos, con que el tal Iglesias nos fundía? ¿A qué se debe esta otra mirada de santo suplicante con las manitas mirando al cielo, a la espera de que un rompimiento de luz le ilumine?

¿Y el tono de su voz? ¿Dónde ha quedado aquel tono agresivo para mandar a sus cuates a ejercer la violencia? ¿A qué viene ese otro tono de voz melifluo y acariciador con que pretende seducirnos?

No, Pablo, rico Pablo, el más rico de todos los líderes, lo de la piel de cordero ya nos lo sabemos casi de nacimiento, desde la primera época de cuentos; así, que mejor que te la ahorres  ahora, en la peor época de cuentos.


De verdad, tanta bondad fingida en los gestos, me da asco.

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